
Vientos de temporal
Vientos de lluvia, lluvias de temporal
se avecinan anunciando su frió en los huesos,
la incertidumbre la siembran con los caprichos
y volubilidad del destino, de la madre naturaleza.
Unos ansiando la lluvia, el frió, la humedad.
Otros corren para protegerse de ella
sobre todo los que no son plantas, los que no son flores,
los que sus ríos no desembocan ni desembocarán al mar.
Mares que se descuidan y se convierten en océanos de preguntas,
Y flotando en ellos la inseguridad, como náufrago despavorido y asombrado, abatido por el cansancio de millones y millones de imágenes imaginadas.
Sórdidas, estridentes, luchando las puras contra las incoherentes.
rasgando lo rasgado anteriormente y suturando con azúcar y ungüentos gloriosos los descalabros novedosos, los de mediano tiempo, los ya cicatrizados.
Gota tras gota el agua que cae se define como llovizna, como lluvia,
como tormenta o como Huracán. Al igual que las letras, las palabras, las frases, las oraciones o una conversación completa. Las catástrofes se presentan aparentemente de pronto, pero siempre avisan, ya han dado su aviso antes, siempre dan una señal en la brisa, en los colores del cielo, en un parpadeo de ojos, en una silaba más pausada que todas, en la temperatura de la tierra, en una mirada que se desvía o en una palabra
sin color ni forma. Pero los humanos, casi todos, esperan al último para ver, para sentir, para escuchar, para escapar, sobrevivir de cualquier viento de temporal… Aunque regularmente no lo logran.
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